Entre la banalidad inagotable y el terror inconcebible - El cine de ciencia ficción de los cincuenta desde la óptica de Susan Sontag
El artículo La imaginación del desastre de Susan Sontag escrito en 1965 se considera uno de los primeros y más influyentes análisis críticos que abordaron la relación entre el cine de ciencia ficción y catástrofe desde una perspectiva cultural y filosófica. Lo que hizo único el ensayo de Sontag fue su enfoque profundo e interpretativo y la capacidad para asociar el cine de ciencia ficción con las ansiedades sociales, como el miedo a la guerra nuclear y la deshumanización tecnológica. Además, planteó que el cine, en lugar de explorar soluciones científicas o reflexivas como lo hacía la literatura, se centraba en la emoción y el caos sensorial, en una experiencia más visceral que intelectual
Lo esencial de la opinión de
Sontag radica en la estética de la destrucción, es
decir, en la poderosa fascinación que despierta la belleza visual de los
estragos masivos, en particular, cuando ocurre en ciudades densamente pobladas
y fácilmente identificables, acontecimientos que despiertan un impacto
inmediato y visceral en el espectador por la posibilidad del colapso de nuestra
civilización. Cabe señalar que el cine de catástrofes no se restringe al
subgénero de extraterrestres, sino que también abarca el terror atómico con criaturas
mutadas por radiación, eventos climáticos extremos y colisiones de meteoritos.
Uno de los primeros ejemplos de este género de catástrofes se halla en el
clásico fundacional King Kong (1933), donde una criatura proveniente de un
entorno exótico amenaza la ciudad más importante del planeta, Nueva York. El
monstruo se identifica con un instrumento de castigo contra los soberbios, los
egoístas y aquellos que desafían las normas morales. Al igual que el Doctor
Frankenstein es castigado por transgredir las leyes divinas
al intentar crear vida, la sociedad moderna es condenada a sufrir la destrucción
masiva por haber llevado demasiado lejos su desarrollo tecnológico. En el cine
de los años cincuenta, monstruos mutantes, invasiones extraterrestres y
meteoritos funcionan como herramientas divinas de castigo, como una advertencia
contra la arrogancia de la humanidad que ha pretendido jugar a ser dios. Pero
¿de dónde surge esta necesidad de advertencia que la propia sociedad se hace
frente a sus impulsos autodestructivos? El cine bíblico e histórico de los
cincuenta —con títulos como Sansón y Dalila (Samson and Delilah,
1949, Cecil B. DeMille), El coloso de Rodas (The Colossus of
Rhodes, 1961, Sergio Leone), Sodoma
y Gomorra (Sodom and Gomorrah, 1962, Robert Aldrich y Sergio Leone) — advierte de que esta
amenaza tiene raíces antiguas. Estas narrativas encierran un mecanismo cultural
de seguridad, diseñado para afianzar los valores morales y garantizar así su
cumplimiento bajo la pena de aniquilación. Jerome Franklin Shapiro, en Atomic Bomb Cinema: The Apocalyptic
Imagination on Film (2002), sugiere que el principal motor de las
ansiedades que representaba el cine de ciencia ficción no fue específicamente
el temor a la bomba, sino la persistencia de la tradición primitiva del
apocalipsis. Según Shapiro, esta tradición apocalíptica, profundamente
arraigada en la cultura, proporcionó un marco simbólico y narrativo que
permitió interpretar y dar sentido a los temores contemporáneos, incluidos los
asociados a la era nuclear
Aún con todo, este planteamiento
tiene un carácter polifacético. Si bien la catástrofe bíblica con tintes
moralizantes es evidente, su propósito original parece haberse desvirtuado por
las particularidades de la industria cinematográfica y su marcado énfasis en lo
visual. La intensidad moral del mensaje se diluye, puesto que torna al público
en un observador distante, no participante, alguien que simplemente disfruta
del espectáculo de la destrucción absoluta. Este cine permite al público
desligarse de cualquier carga moral y, por tanto, se entrega sin remordimientos
al placer visual de la violencia y la devastación. La destrucción que presentan
estas narrativas tiene un carácter desapasionado, diseñado más para impresionar
que para provocar empatía. Se trata de una destrucción tecnológica, fría y
calculada, que no busca generar terror ni reflexión moral, sino asombro y
entretenimiento. Asistimos a una despersonalización del desastre, una
experiencia que advirtió Sontag del cine de los cincuenta, pero que es
plenamente vigente en la actualidad, hasta el punto de haberse convertido en la
norma cinematográfica predominante.
Cynthia Hendershot analiza el citado planteamiento mediante una
metodología interdisciplinaria que combina análisis cultural, crítica literaria
y cinematográfica, y enfoques teóricos de la psicología social y la filosofía
de la ciencia. La autora conecta esta paranoia con los límites de la
cosmovisión científica tradicional basada en la física newtoniana, que concebía
el universo como un sistema ordenado y comprensible. Frente a un postmodernidad
fragmentada, compleja y aleatoria, la paranoia aparece como un síntoma cultural
de la crisis del modelo totalizador de carácter positivista. Hendershot argumenta que las narrativas de ciencia
ficción y los temores colectivos revelan la desilusión con los ideales de
control y comprensión científica, al tiempo que expone un mundo donde el orden
clásico se ha desmoronado
Regresemos a La imaginación
del desastre donde Sontag destaca cómo el género de catástrofes ha
construido una mitología contemporánea que refleja los temores hacia lo
impersonal y la deshumanización. Los alienígenas, retratados como seres sin
emociones y estrictamente regimentados, simbolizan la amenaza de convertirnos
en máquinas desprovistas de voluntad, obedientes y deshumanizadas. Estas
narrativas reemplazan los antiguos miedos a la animalidad humana —como los que
plantea King Kong— con inquietudes sobre la
tecnificación y la pérdida de humanidad. El crimen de los alienígenas
trasciende el asesinato convencional, puesto que, además de eliminar a sus
víctimas, borran completamente cualquier huella de su existencia, bien sea
mediante rayos volatilizadores o suplantando la identidad
Este es un extracto del libro "El extraterrestre eres Tú"
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