El 12 de abril de 1961, desde el Cosmódromo de Baikonur en la Unión Soviética, se lanzó la nave espacial Vostok 1 con Yuri Gagarin a bordo, el primer ser humano en viajar al espacio. Este logro histórico, enmarcado en el contexto de la Guerra Fría y la carrera espacial, tuvo un impacto trascendental en la sociedad y cultura soviética. La muerte de Stalin en 1953 y el proceso de desestalinización liderado por Nikita Khrushchev marcaron el inicio de un periodo de mayor libertad artística y experimentación que, también, se reflejó en un renacimiento de la ciencia ficción. La cinematografía soviética produjo una serie de dramas sociales ambientados en un contexto cósmico, empleados como herramienta de propaganda ideológica. Estos filmes reflejaban el optimismo científico y tecnológico de los logros de la URSS y sus satélites, al mismo tiempo que promovían los valores del colectivismo y la solidaridad, pilares esenciales en la construcción del hombre nuevo socialista.
A principios de los años sesenta,
Der schweigende Stern
(The Silent Star, 1959, Kurt Maetzig) y Planet Bur (1962, Pavel Klushantsev) ofrecieron historias
centradas en misiones espaciales a Venus, con tripulaciones compuestas por
cosmonautas hombres y mujeres en tono heroico. Aunque estas producciones se
desarrollaban como aventuras espaciales relativamente convencionales, incorporaron
un matiz sutilmente pesimista desde una perspectiva filosófica y ética. A
diferencia del cine occidental, que a menudo se enfocaba en invasiones
extraterrestres o futuros distópicos, las películas soviéticas de ciencia
ficción tendían a ser más introspectivas. Estas obras reflexionaban sobre la
naturaleza humana, la responsabilidad ética de la ciencia y el papel de la tecnología
como herramienta clave para construir un futuro comunista ideal.
Der schweigende Stern, coproducción entre
Alemania Oriental y Polonia y basada en la novela Astronauci de
Stanisław Lem, narra la historia de una
misión espacial multirracial enviada por el Gobierno Mundial Unido para
investigar la posibilidad de vida inteligente en Venus. Al aterrizar, los
exploradores descubren que los venusianos se habían destruido a sí mismos hace
mucho tiempo debido a una guerra nuclear. Además, encuentran que antes de su
extinción, habían desarrollado un arma destinada a destruir la vida en la
Tierra, que aún permanece activa. Los restos de la civilización alienígena, con
ciudades derretidas y bosques cristalizados, son uno de los elementos más
impactantes de la cinta y contribuyen significativamente a su atmósfera visual
y narrativa.
Planet Bur sigue un esquema narrativo similar. Varias
naves espaciales soviéticas se dirigen a Venus para llevar a cabo la primera
exploración del planeta. Una vez en la superficie, los cosmonautas enfrentan
una serie de aventuras que incluyen encuentros con plantas carnívoras gigantes,
dinosaurios y pulpos, que culminan con el descubrimiento de indicios de vida
inteligente antropomorfa. El impacto de la película no se limitó al ámbito
soviético. Roger Corman adquirió los derechos de la historia y produjo
dos adaptaciones que se ajustaron a la tendencia del cine de explotación. Estas fueron Viaje al
planeta prehistórico (Voyage to the Prehistoric Planet, 1965),
dirigida por Curtis Harrington, y Viaje al planeta de las mujeres
prehistóricas (Voyage to the Planet of Prehistoric Women,
1968), dirigida por Peter Bogdanovich.
En este contexto, la poco
conocida producción checa Ikarie XB 1 (1964), dirigida por Jindřich Polák, destaca como una de las
obras más sorprendentes, tanto por su calidad técnica y artística como por la
influencia que ejerció en Stanley Kubrick para la creación de 2001: Una odisea en el espacio
(1968). Basada en la novela de
Stanisław Lem La nube de Magallanes, la película
sitúa su trama en el año 2163 y desarrolla la expedición terrícola hacia un
planeta del sistema estelar de Alfa Centauri en busca de vida extraterrestre. Durante
el viaje, la tripulación enfrenta el envenenamiento radiactivo provocado por
una maligna estrella oscura, que resulta ser una nave espacial del siglo XX
abandonada. Este encuentro desencadena trastornos mentales en los cosmonautas, lo
que sirve para acrecentar la tensión dramática. Especialmente, la cinta checa sobresale
por su diseño de producción innovador, su fotografía en blanco y negro de
altísima calidad, efectos especiales avanzados y un guion reflexivo e
inteligente. Rodada con un estilo que refleja las vanguardias europeas del
cine, Ikarie XB 1 logra transmitir una fuerte sensación de
realismo en su representación de la convivencia a bordo de una nave espacial
habitada por cuarenta cosmonautas durante meses. La narrativa se enriquece con
detalles de la vida cotidiana como son las relaciones amorosas, momentos de
humor relacionados con la alimentación, escenas curiosas de ejercicio físico en
un gimnasio improvisado y un desconcertante baile de gala a bordo de la nave,
con trajes formales y champán, elementos que añaden profundidad y humanidad al
relato futurista. La introspección emocional, característica recurrente en las
obras de Lem y posteriormente adoptada por Tarkovski, también se refleja en la
cinta a la hora de explorar temas como el envejecimiento a diferentes
velocidades debido a los viajes a velocidades lumínicas y el aislamiento
psicológico causado por la radiación de la estrella oscura.
La influencia de Ikarie XB 1 en 2001 es evidente en aspectos como
las escenas en las que los tripulantes realizan ejercicio en condiciones de
ingravidez o los minuciosos detalles de la vida cotidiana a bordo de la nave.
Sin embargo, es en el desenlace donde esta influencia resulta más notable y
potencialmente decisiva. El final de Ikarie XB 1 presenta el nacimiento
del primer bebé a bordo de la nave, marcado por su llanto, evento que coincide
con la revelación de que una entidad alienígena habita el planeta blanco que
orbita Alfa Centauri. Esta entidad, también se revela como protectora de la
tripulación, al salvarla de la radiación letal emitida por la estrella oscura.
Este desenlace, trascendental y esperanzador, alberga una carga simbólica que
nos recuerda a 2001.
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