Las dos versiones de La Cosa: El enigma de otro mundo (1951. Howard Hawks) y La Cosa (1982, John Carpenter)
La relación entre El Enigma de Otro Mundo (The Thing from Another World, 1951) de Howard Hawks y La Cosa (The Thing, 1982) de John Carpenter es un claro ejemplo de cómo el cine de ciencia ficción y terror puede evolucionar y reflejar los cambios sociopolíticos, así como las transformaciones en el estilo y la narrativa cinematográfica a lo largo de tres décadas. Mientras que la película de Hawks, que adapta la historia de John W. Campbell (Who Goes There?, 1938), se enmarca dentro del fervor anticomunista de la Guerra Fría, La Cosa de Carpenter se sumerge en una atmósfera más visceral, psicológica y angustiante que refleja las tensiones sociales y políticas de los años ochenta.
El Enigma de Otro Mundo (1951) y la amenaza comunista
El Enigma de Otro Mundo se sitúa en un contexto histórico muy específico: los años cincuenta, en plena Guerra de Corea y con el apogeo del macartismo, una época marcada por el miedo a la amenaza nuclear soviética y el temor al expansionismo comunista. En este contexto, la película presenta una invasión alienígena que no es más que una metáfora de la amenaza comunista. En ella, el grupo protagonista, compuesto por militares y científicos, se enfrenta a un extraterrestre que representa el peligro de lo desconocido, al igual que los soviéticos eran vistos como una amenaza impredecible y destructiva.
La película de Hawks se caracteriza por su tratamiento de la paranoia, pero, a diferencia de La Cosa, la ansiedad que genera el alienígena es más manejable. La criatura, un ser vegetal que absorbe sangre, es relativamente simple en comparación con la versión que veremos en 1982. A pesar de la amenaza que representa, el monstruo puede ser comprendido y destruido a través del trabajo conjunto de los personajes. Aquí, los militares y científicos colaboran eficazmente para erradicar el peligro, lo que refleja un mensaje de unidad y cohesión social frente a la amenaza exterior.
Estilísticamente, El Enigma de Otro Mundo se caracteriza por tomas largas y composiciones amplias que transmiten una sensación de orden y control, características de la visión optimista de Hawks sobre la capacidad humana para superar cualquier desafío. La película refuerza la idea de la comunidad trabajando unida frente a un enemigo común. Esta visión es coherente con los ideales conservadores y anticomunistas de la época, donde los valores de disciplina, trabajo en equipo y control eran presentados como la respuesta frente a los peligros del mundo exterior.
La Cosa (1982): La desconfianza y el horror psicológico
Por otro lado, La Cosa de Carpenter, aunque también basada en el mismo relato de Campbell, toma un enfoque completamente distinto, tanto en términos narrativos como visuales. Ambientada en una estación de investigación remota en la Antártida, la película de Carpenter lleva la paranoia a su extremo, ya que el extraterrestre que enfrentan los personajes es una entidad cuya habilidad principal es imitar a cualquier ser vivo que asimila. Esta capacidad de mimetización provoca una desconfianza absoluta entre los personajes, ya que cualquiera podría ser el monstruo sin que nadie lo supiera. La tensión se amplifica a medida que la historia avanza, generando una atmósfera de aislamiento, desesperación y paranoia, que es uno de los sellos distintivos de la película.Mientras que en El Enigma de Otro Mundo la amenaza es externa pero comprensible y, finalmente, derrotable mediante la acción colectiva, en La Cosa el peligro es interno, invisible y corrosivo. El monstruo supone una amenaza física y, también, un peligro destructor de la identidad de los personajes al mimetizarse con ellos. Este enfoque genera una atmósfera de terror psicológico, donde no hay una clara separación entre los humanos y el alienígena. Aquí, la cooperación entre los personajes no es suficiente, ya que la desconfianza es tan profunda que incluso los momentos de colaboración se ven empañados por la duda constante sobre la lealtad de los demás.
Visualmente, La Cosa utiliza una estética mucho más opresiva y claustrofóbica que El Enigma de Otro Mundo. Carpenter emplea tomas más cerradas, ángulos incómodos y un uso de la iluminación que crea sombras y distorsiona los espacios. La base científica se convierte en un lugar de paranoia constante, transformándose de un refugio seguro en un espacio peligroso e impredecible. La película también se destaca por sus innovadores efectos especiales, en particular las grotescas transformaciones de la criatura, que se convierten en una manifestación de la horrorífica naturaleza alienígena. La criatura en La Cosa es un claro ejemplo de horror cósmico, ya que su única motivación parece ser la expansión y la asimilación, sin ningún tipo de lógica comprensible para los seres humanos.
Diferencias sociopolíticas y filosóficas
El cambio en el enfoque de estas dos películas refleja una transformación en la percepción de la sociedad estadounidense. El Enigma de Otro Mundo refleja una era de optimismo y cohesión, en la que la comunidad trabaja junta para superar los desafíos del exterior. Es una película que, a través de sus personajes, presenta una visión conservadora de la unidad y el control frente a la amenaza comunista, lo que resuena con el contexto de los años cincuenta, cuando la sociedad estadounidense se encontraba en un momento de firmeza ante el temor del comunismo. En contraste, La Cosa es un producto de los años ochenta, una época marcada por el desencanto, la alienación y el creciente individualismo. El clima sociopolítico de la Guerra Fría ya había evolucionado, y las tensiones internacionales se habían transformado. La paranoia en La Cosa es un reflejo de la desconfianza interna en la propia sociedad.
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